Los mitos colombianos como El hombre caimán, el Mohán, la Patasola, la Madremonte, Bochica, Bachué, entre otros, son relatos que nos describen como cultura y nos hablan de la diversidad y la riqueza de nuestro país. ¿Quieres saber qué se cuenta de cada uno de ellos? Sigue leyendo y descúbrelo.
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Mitos de Boyacá y Cundinamarca
Bachué: Diosa y maestra de los chibchas o muiscas
Cuentan que la Laguna de Iguaque alguna vez se llenó de flores y plantas de colores, el agua comenzó a burbujear como si hirviera y allí apareció una hermosa mujer esbelta y de cabello largo. En su brazo derecho tenía un niño de cinco años con quien caminó sobre el agua hasta la orilla.
Cuando el niño se convirtió en hombre, contrajo matrimonio con ella, tuvieron muchos hijos y poblaron cada rincón de su territorio: primero se instalaron en la sabana y después recorrieron todo el imperio Chibcha.
Ella le enseñó a sus hijos a tejer, construir bohíos, amasar el barro, cultivar y trabajar los metales. Su esposo entrenó guerreros y les enseñó los valores de la vida.
Cuando Bachué consideró que la tierra estaba lo suficientemente poblada, dispuso todo para volver a la Laguna de Iguaque. Y acompañada por una multitud, se lanzó al agua con su esposo y desapareció.
Tiempo después, se convirtieron en serpientes que salieron a la superficie y la recorrieron en presencia de todos, dejando como mensaje que siempre los acompañarían.
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Bochica: el maestro de los muiscas
Bochica era un anciano venerable de largas barbas blancas, piel clara y ojos azules, vestido con una manta grande que lo cubría casi hasta los pies. Venía acompañado por una mujer más joven, también blanca.
Desde el primer momento Bochica simpatizó con los indígenas y comenzó a enseñarles sus principales virtudes: no matar, no robar, no mentir y ayudarse los unos a los otros.
Después comenzó a enseñarles sus principales actividades: a construir sus casas, a sembrar la tierra, a fabricar las ollas de barro, a tejer las mantas de algodón, entre otras.
Bochica quería mucho a los indígenas y estos lo querían a él. En cambio, la mujer de Bochica nunca los quiso y siempre procuró hacerles mal.
Una vez, aprovechando la ausencia de Bochica, su esposa inundó la sabana, dañó las casas y puso a los indígenas en una situación desesperada.
Tan indignado se sintió Bochica que convirtió a la mujer en lechuza. Se dirigió a los cerros que rodean la sabana y con una varita de oro, que siempre usaba, tocó las rocas, que se partieron para dar paso a las aves. Así se formó el salto del Tequendama.
La leyenda de El Dorado
Según la tradición muisca, en Guatavita gobernaba un cacique llamado Sua, casado con una hermosa princesa de otra tribu. Sin embargo, era gran aficionado a la chicha y a las bacanales, y su mujer, con la que había tenido una hija, se enamoró de un guerrero que la cortejaba.
Los amantes fueron sorprendidos y Sua sometió al guerrero a torturas horrendas, al extremo de sacarle el corazón para dárselo a su esposa.
La mujer huyó aterrorizada, tomó a su hija en brazos y se zambulló con ella en la laguna. El cacique ordenó a los sacerdotes que recuperaran a su familia pero estos le informaron que la mujer vivía ahora bajo el agua, donde una gran serpiente la había desposado.
El cacique reclamó que le trajeran a su hija y le llevaron una niña sin ojos. Abatido, Sua la devolvió a las aguas y ordenó que a partir de ese día se arrojaran a la laguna las mejores esmeraldas y filigranas de oro. El propósito de la ceremonia era rogar a la cacica para que le pidiera a los dioses prosperidad y bonanza para su pueblo.
Mitos del Río Magdalena
El hombre caimán
Cuenta la leyenda que un pescador llamado Saúl Montenegro tenía una obsesión por mirar a las mujeres que se bañaban desnudas en el Río Magdalena. Y para hacerlo sin ser descubierto, visitó a un brujo del lugar quien lo ayudó a convertirse en caimán.
Pero al momento de querer regresar a su estado original, la pócima que debía ser vertida en todo su cuerpo, solo fue rociada en su cabeza.
Así pues, quedó convertido en un ser mitad hombre, mitad caimán, despertando el terror de las mujeres que visitaban el río. Quienes no volvieron más.
El pescador pasó el resto de sus días vagando por el río hasta llegar a su desembocadura. Y hoy en día, los pescadores que visitan la zona esperan encontrar en cualquier momento al Hombre Caimán.
Mitos del Tolima
El Mohán o El Poira: El perseguidor de mujeres
Cuentan que el Mohán vivía en los charcos más profundos y peligrosos de algunos ríos y quebradas donde tenía cuevas o cavernas internas que sólo él conocía y consideraba como propios. Aparece fumando un grueso tabaco para espantar a los insectos.
El Mohán es un ser de forma humana, con la cara quemada por el sol, de cabello largo, ojos penetrantes y picarescos. Se dice que encanta y enamora a las mujeres lavanderas para luego llevárselas.
La Patasola: una madre atormentada
El origen de la leyenda de la Patasola está ubicado geográficamente en el Tolima pero su influencia cobija todo el territorio colombiano.
Dicen que La Patasola fue inventada por los hombres celosos para controlar a sus esposas, pues su marido la encontró en amoríos con su patrón y, sin compasión alguna, le cortó la cabeza al hombre con un machete y a la mujer le arrancó una pierna.
Cuenta la historia que esta mujer deambula desde aquella terrible noche por fincas, bosques, selvas solitarias, sierras, cañadas y caminos, lanzando gritos lastimeros mientras busca a sus tres hijos.
Algunos dicen que La Patasola es una mujer bellísima que llama a los hombres solitarios que están en el bosque y los atrae para enamorarlos, pero a medida que avanzan hacia la oscuridad atraídos por sus miradas cautivantes, se empieza a transformar en una mujer horrible con ojos de fuego.
Mitos de los Llanos y el Amazonas
La Madremonte: cuidadora de la Tierra
La leyenda de La Madremonte es un relato arraigado en la tradición oral de la Amazonía colombiana y parte de los Llanos orientales.
La Madre Monte es representada como una mujer bella y fuerte, mitad mujer y mitad monte; vestida con hojas y musgo verde, cuyo rostro no se puede ver.
Este ser sobrenatural castiga a todos los que dañen la naturaleza, especialmente a los cazadores y leñadores codiciosos; a los que invaden terrenos y pelean por linderos; a los desleales, a los perversos, a los esposos infieles y a los vagabundos.
Cuenta la historia que cuando La Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, estos se enturbian y se desbordan, causan inundaciones y fuertes borrascas.
Fuentes:
pueblosoriginarios.com
canaltrece.com.co
todacolombia.com