Cuento escrito por Andrés Huertas para nuestro programa Territorio Mágico.
La vieja bruja
Una vieja bruja viajaba buscando brebajes benéficos: curas contra la corrupción, contra la congoja contagiosa, contra la cantaleta de los consejeros cascarrabias; daba dosis desmesuradas de dulces discusiones, dibujaba dimensiones divertidas, desbarataba disputas, despejaba dudas.
Elevaba enormes edificios bioenergéticos, anticontaminantes; plantaba plantas para pócimas en pavimentos, pueblos, minas, techos, cuevas, bosques, calles, cuartos, en secretos compartimientos; rompía rumores, reparaba roces, rescataba ruidos de cariño y la acusaban en la prensa, en las oficinas.
Hablaban mal de ella en las cocinas, en las cuadras de caballeros canallas y cuatreros, le decían bruja, maga, pitonisa y hechicera y ella decía, “bruja, sí, maga, también, pitonisa es la tierra que mis pies pisan y hechicero el amor que flota por los cielos”.
Pero también doctora, jardinera, veterinaria, profesora y bailarina” y luego se subía en su escoba y salía volando la vieja bruja, buscando vida y un poco de sal para echarle a la comida.