Cuento escrito por Andrés Huertas para la serie Territorio Mágico.
Huelga Zombie
Una mañana, los zombies se despertaron con un sentimiento extraño: aburrimiento. Miraron sus platos y, como siempre, encontraron sopa de sesos con gusanos. Algunos hicieron un gesto torcido, otros soltaron un gemido que parecía más un bostezo que un rugido de terror. “Ya basta”, murmuró uno, y de pronto todos estuvieron de acuerdo: ya no querían ser zombies aburridos.
Al mediodía, mientras arrastraban sus pies por las calles y daban rugidos espeluznantes, se sintieron ridículos. Ni el miedo de los humanos ni las carreras desesperadas les daban alegría. Al caer la noche, se negaron a volver al cementerio; las lápidas y la tierra húmeda ya no les ofrecían consuelo.
Entonces se reunieron en la plaza del pueblo y votaron: huelga zombie. Nada de perseguir gente, nada de rugir sin sentido, nada de vivir como sombras de sí mismos...
Cada uno encontró su camino: unos se convirtieron en dobles en películas de acción, volando por el aire entre explosiones y peleas coreografiadas. Otros estudiaron artes antiguas, se hicieron malabaristas y tragafuegos, llenando la ciudad de asombro y carcajadas. Algunos fueron a la universidad, estudiaron derecho y economía, y comenzaron a exigir reformas y mejores salarios para los zombies.
Pero lo más inesperado ocurrió en una noche de luna llena: mientras bailaban y cantaban juntos, comprendieron algo más grande que cualquier carrera o trabajo. Habían encontrado amistad, amor y libertad. Se enamoraron, celebraron bodas zombies con pasteles llenos de cerebros de colores y caramelos, y descubrieron que incluso la vida de un zombie podía ser extraordinaria.
Y así, los zombies dejaron de asustar y empezaron a vivir. Comían sopa de sesos, sí, pero ahora con frambuesas y caramelo… y con un corazón que por primera vez latía de alegría.
