Uno de los grandes sueños de Juanita Cárdenas Vélez, una niña de 11 años que vive en Manizales, es ser profesora de danza de adultos y niños. Profesión que, muy seguramente sin pensarlo y con el apoyo de sus padres, ha venido forjando desde muy pequeña gracias a su participación en diferentes cursos y talleres de música, baile, pintura, patinaje, natación y organeta. Esta última es de sus actividades favoritas, al igual que ver la famosa telenovela ‘Betty, la fea’.
En Mi Señal tuvimos la oportunidad de hablar con su padre, Jaime Cárdenas, quien nos contó cómo ha sido su proceso de aprendizaje, desarrollo físico y lo que significó su llegada a la familia. Una historia que compartimos con ustedes a propósito del Día Mundial del Síndrome de Down.
Juanita nació el 12 de octubre de 2005 y aunque para Jaime enterarse de la condición de su hija no fue nada fácil, la naturalidad con la que Patricia, su madre, asumió la situación hizo que las cosas cambiaran y así juntos empezaron a forjar ese camino que hoy ha hecho de Juanita una niña con muchas capacidades y experiencias por contar.
Su llegada fue un polo a tierra para el hogar de esta familia manizaleña, pues su padre trabajaba todo el tiempo y compartía muy poco con su esposa e hija mayor. Para ellos el mensaje era claro: “Las cosas no son ¿por qué? sino ¿para qué?, y muy seguramente Juanita traía consigo un mensaje de unión. Ella es un ser maravilloso que ha llenado esta familia de mucha alegría”.
A pesar de que muchos creen que las personas con Síndrome de Down tienen limitaciones cognitivas y físicas que los obliga a depender completamente de sus padres, cabe anotar que son más los casos donde son muy independientes, como es el caso de Juanita, quien desde muy pequeña ha asistido a terapias de lenguaje, equinoterapia, clases de música, patinaje, danza, pintura y organeta, actividades que le han permitido desarrollar capacidades y ser autónoma a la hora de , cepillarse los dientes, hacer sus tareas y comer.
Además de pasar tiempo con sus padres y disfrutar el gusto por la música con su hermana mayor, quien además toca el arpa, Juanita tiene una relación muy cercana con sus tías, abuela y primos, quienes están muy pendientes, juegan con ella, la escuchan y algunos fines de semana se reúnen en la finca de su padre donde comparten días muy familiares y ella aprovecha para realizar uno de sus hobbies favoritos: nadar.
En busca de un colegio para Juanita
Cuando Juanita iba a iniciar el colegio sus padres buscaron inicialmente instituciones especializadas, pero al recorrer una de ellas y darse cuenta de que el trato era muy limitado, tomaron la decisión de vincularla a jardines y colegios regulares donde pudiera compartir con niños que no tuvieran Síndrome de Down, contar con profesores que le exigieran al igual que a ellos y vivir un proceso educativo tradicional. En el Centro Educativo Antares de Manizales no hay exclusividad con ella, los exámenes que presenta cada bimestre escolar son iguales a los de sus compañeros solo que van a su ritmo.
Matricularla en un colegio regular fue una decisión que valió mucho la pena, considera su padre, pues gracias a eso, Juanita, aunque tuvo un proceso lento para caminar, lo logró mucho antes de lo que ellos esperaban. Aprendió a nadar desde muy pequeña, a los 7 años ya leía y actualmente una de las cosas que más le gusta hacer con sus compañeros de clase es jugar fútbol.
Su rutina diaria, como la de muchos otros niños, arranca a las 5.30 a.m. cuando se levanta para alistarse y compartir con su padre un batido de linaza mientras su madre le prepara el desayuno para salir al colegio, donde está hasta las 2.00 p.m. En las tardes su tiempo está dividido entre hacer tareas, ver televisión, jugar y navegar en Internet, y un par de días a la semana sus tardes están reservadas para otras actividades, como sus clases de organeta. En las noches comparte con sus padres, cenan juntos y se duerme temprano.
“Yo considero que con todos los niños con alguna condición de discapacidad uno debe estar muy atento en tenerlos en varias actividades para ayudarles a desarrollar habilidades. Es así como nosotros le hemos ido definiendo el horizonte a Juanita”: Jaime Cárdenas
Juanita es un ejemplo a seguir, pero sobretodo la perseverancia de sus padres y familia por asumir su discapacidad como una circunstancia más en sus vidas y así motivarla a encontrar su mejor talento. Una historia que nos demuestra que el apoyo de quienes están a nuestro alrededor y nuestra propia fuerza, son suficientes para sobrepasar las aparentes limitaciones.